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Hablemos de Transformación
Nuevas condiciones en el mercado y en las personas están generando cambios en las decisiones y estrategias de las organizaciones. Los consumidores, clientes, colaboradores y stakeholders se toman un escenario que antes no ocupaban y las empresas tienen que comenzar rápidamente – por más exitosas que sean- a entender los nuevos fenómenos y prepararse para ese nuevo y desafiante escenario.
Esta es una palabra que hemos escuchado en reiteradas ocasiones el año 2017 y seguirá siendo parte de nuestro vocabulario de aquí en adelante: Transformación.
Transformación cultural, transformación digital, transformación del negocio, etc., lo cual conlleva necesidad de colaboración, innovación y gestión del cambio. Y que significa – sin lugar a duda- personas definiendo y asumiendo una nueva manera de hacer las cosas.
La frase “el cambio es lo único permanente” la tenemos ya instalada. Sin embargo, cuando las organizaciones se plantean una transformación, no estamos hablando de cambios aislados al interior de la empresa, sino de cambiar la manera de hacer negocios, cambiar la estrategia, redefinir una cultura que esté en sintonía con ésta y dar respuesta a escenarios externos e internos cada vez más complejos. He escuchado en muchas organizaciones la pregunta: “¿para qué cambiar, si nos va bien?”. La respuesta es: el éxito actual no nos asegura que seremos exitosos en el futuro y el cambio o transformación ya no es opcional.
¿Qué elementos están en juego cuando hablamos de transformación?
En primer lugar, el contexto, que es el principal gatillador de la transformación de las organizaciones. Los cambios en los entornos de las empresas han generado la necesidad de nuevas formas de relacionarse con sus stakeholders en general, de vender, de comprar, de comunicar sus productos o servicios, de competir e incluso de organizarse internamente.
Los consumidores son cada vez más exigentes e informados. La relación de poder entre la empresa y sus clientes ha cambiado notoriamente. Es un poder que comenzó de manera silenciosa y que ha estructurado una nueva hegemonía en el mercado, desde las redes sociales hasta las demandas colectivas. “Cuanto más poderoso sea el poder, con más sigilo opera”, explica el filósofo coreano Byung Chul Han en su libro Sobre el poder.[1] Y así es esta fuerza que ha remecido las bases del comercio tradicional: necesidad de información transparente y ágil, compras online, transacciones bancarias en línea, exigencia cumplimiento de compromisos y etiquetados, sustentabilidad, compromiso medioambiental, felicidad organizacional, flexibilidad, entre otros aspectos.
Pero no sólo hablamos del “mercado”, sino también de otras relaciones y procesos. La forma de educar también cambió, de informarse, de tener relaciones sociales, de jugar.
Mantener contento a este nuevo consumidor con este contexto es más complejo y competir en estas condiciones, más rudo.
Estas mismas condiciones y cambios en las personas han desarrollado la necesidad de una transformación digital de nuestras industrias. Que, aunque lo parezca, no se trata de más y mejor tecnología, aunque está presente en el cambio. Es una nueva forma de trabajo en las organizaciones y de relación con sus públicos de interés. Es una relación colaborativa y con otras reglas. De hecho, la metodología ágil, que está apalancando estos procesos en las empresas, es una forma diferente de generar nuevos productos y servicios, de diseñar y mejorar procesos y de desafiar la realidad actual, centrándose en el usuario y sin la estructura de liderazgo tradicional a la cual las organizaciones estaban acostumbradas.
Y la transformación digital llegó para quedarse, crecer y avanzar. De hecho, se piensa que la asistente digital Alexa de Amazon prontamente pueda generar trasferencias bancarias y no olvidemos al bitcoin o la versión chilena chaucha que están causando sensación entre los inversionistas más jóvenes.
Y no podemos obviar que estos usuarios, consumidores y clientes cada vez más exigentes, también trabajan y están haciendo cambiar a las organizaciones desde adentro. No sólo porque hay que ser ágiles para responder a los cambios externos, sino porque mis colaboradores son también digitales, millennials y piden transparencia y nuevas formas de ser empresa, apuntando a un clima laboral grato, flexibilidad horaria y nuevos beneficios.
En una charla que dicté para estudiantes de posgrado sobre comunicación interna y generaciones, una asistente, representante de la generación X, manifestó su molestia por esta generación mimada (millennials) que todo quieren. “Nosotros queremos lo mismo que ellos, ¿porque a ellos hay que cumplirles’”. Y aquí viene nuevamente la correlación de poder. Porque los Y lo exigen, sin hacer grandes atisbos, si no con decisiones claras: se van si no les gusta. He ahí la diferencia con las otras generaciones cuya necesidad de estabilidad (formaron familia tempranamente) es muy distinta. Nos dice Byung Chul Han: “…hay que tener en cuenta la múltiple dialéctica del poder. El modelo de poder jerárquico, según el cual el poder se irradia simplemente de arriba hacia abajo, no es dialéctico. Cuanto más poder tenga un soberano, tanto más requerirá, por ejemplo, del consejo y de la colaboración de los subordinados”.[2]
Pero no son solo cambios generacionales son los que impactan internamente. La diversidad en general está marcando una nueva forma de ser organización. Inclusión de más mujeres en ámbitos de decisión, diversidad sexual, discapacidad, etnias y nacionalidades distintas. Somos reflejo del mundo global, eso es innegable.
Todos estas condicionantes exigen organizaciones más innovadoras que son capaces de adelantarse y de renovarse rápidamente, incluso de cambiar el rumbo. Todo es agilidad. Y para poder innovar necesitamos generar una nueva cultura interna, con la posibilidad y permiso para equivocarse. Nada sencillo en las organizaciones tradicionales, en donde errar es causal de despido.
¿Y qué tiene que ver esto con comunicación interna?: ¡Todo!
Generar una cultura propicia para la transformación y dar respuesta a estas necesidades organizacionales (y ahora ya!) no es algo trivial. El compromiso de los colaboradores en estos procesos es clave y para ello debemos comunicar efectivamente y con participación.
Gestionar el cambio requiere además del activo liderazgo de la alta dirección y de las distintas jefaturas de la organización. Su adhesión y acción concreta genera coherencia e impulsa el cambio.
Generar una transformación en una empresa es una tarea de largo aliento. La estrategia que la organización ha definido debe ser la base de una estrategia comunicacional que se haga cargo de los impactos de cambio según audiencia, minimizando éstos y convirtiéndolos en una oportunidad.
La resistencia a la pérdida que genera el cambio es algo inevitable y la única forma de generar transformaciones efectivas es que el relato organizacional incluya a todos, genere participación y sea coherente con la cultura y la estrategia de la empresa.
Las personas se subirán a este proceso si se sienten consideradas y si entiende el porqué del cambio; y – sobre todo- si ven a los jefes trabajando coherentemente por el proceso.
Por ello la estrategia de comunicación se debe crear con las personas. Debe cocrearse e iterarse con las audiencias para probar y ratificar que sea efectiva. Recordemos que la correlación de fuerzas ha cambiado y los “públicos” internos, empoderados y críticos, no son meros receptores de comunicación, son actores con poder definido.
Lo que no podemos hacer, de ninguna manera, es vivir un cambio organizacional sin una estrategia y plan comunicacional. Es como comenzar un viaje con la nave averiada.
Seguimos comunicados,
Susana Cáceres G.
Socia Directora
[1] Sobre el poder. Byun Chul Han. Editorial Herder, España, 2016. Pag. 11.
[2] Sobre el poder. Byun Chul Han. Editorial Herder, España, 2016. Pag. 17.
¿Cuántas ideas capitalizarás el 2013?
Las organizaciones se pierden muchas ideas porque no existen canales ni instancias de comunicación para recoger opiniones o propuestas.
Muchas veces en nuevos proyectos, vemos que los líderes toman decisiones y no le preguntan a sus equipos o a las personas que trabajan directamente en el área afectada. Y qué sucede? Hay más errores, porque quienes intervendrán en el día a día no pudieron entregar su mirada, su comentario o simplemente expresar una duda.
Recuerdo que en un focus group de levantamiento de comunicación interna, en una empresa productiva, un colaborador que llevaba muchos años en la empresa comentó sobre la instalación de una nueva máquina: “A nosotros no nos involucraron en nada y va a quedar mal”. Está seguro de eso?, le pregunté. “Claro – me respondió-, la grúa horquilla no puede entrar al sector de carga”. Y no la he dicho a su jefe?, insistí… “A mí nadie me pregunta nada, aunque yo voy a tener que operar la línea nueva”…
El colaborador tenía razón y generamos las opciones para que pudiera canalizar sus inquietudes y resolver el problema, antes de que entrara en operación la maquinaria que estaba en instalación.
Esa historia -que es real- la he visto repetirse en muy distintas organizaciones. Nos perdemos no sólo las buenas ideas, sino que se retrabaja y se pierde inversión porque no involucramos a los trabajadores en los procesos de cambio o en nuevos proyectos.
Comunicación ascendente… escuchar, escuchar, escuchar
Muchas veces se piensa que un buen líder es el que mejor habla, pero la verdad es que mejor líder es quien mejor escucha.
Cómo escuchar? Primero generando empatía a través de la escucha activa; mostrando interés y dando feedback. Escuchar no es sinónimo de inactividad en una conversación, sino que es una excelente instancia para conocer a las personas que son parte de tu equipo.
Cuando la organización crece mucho, necesitamos además herramientas para canalizar la comunicación ascendente, puedo recomendarles:
Team briefing: Sistematización de la comunicación en cascada con retroalimentación (ver post del tema).
Círculos de calidad: equipos multidisciplinarios que aportan su mirada a proyectos o procesos.
Mail de comunicaciones internas: casilla de correo electrónico para recoger opiniones.
Microblogging: sistema tipo twitter que permite compartir opiniones, sugerencias.
Red social interna con gestión de conocimiento: red social que permita generar comunidades por intereses y escuchar opiniones e ideas. Ideal si tiene gestión de conocimientos para proyectos y cambios.
Pero lo más valorado por los colaboradores, por más tecnología que tengamos, es la comunicación cara a cara con su jefe directo, para poder canalizar sus inquietudes.
No perdamos las ideas y capitalicémoslas, ya que el 2013 es el año de la Innovación en Chile y cada idea cuenta!
Seguimos comunicados,
Susana Cáceres G.
Socia Directora
¿La Comunicación Interna está preparada para el año de la Innovación?
Uno de los objetivos de la Comunicación Interna es la promoción de la Innovación. Es un aspecto fundamental en las organizaciones actuales, que requieren adaptarse cada vez más rápido a los cambios en el entorno y ganarle a la competencia.
Por otro lado, la comunicación interna debiera promover la innovación en distintos colaboradores de las organizaciones, quienes desde sus diferentes roles pueden generar creatividad y nuevas ideas en una organización.
El año 2013 ha sido denominado como el Año de la Innovación en Chile. Este contexto país es un excelente marco para darle a la creatividad y a la innovación el lugar que se merece en nuestras organizaciones.
Es una tarea que Comunicaciones Internas debe estar dispuesta a desarrollar de manera excelente. Un buen plan de innovación requiere de un mejor plan de comunicación interna. Requiere del compromiso de los colaboradores y de la Dirección; para ello es fundamental que los colaboradores de la organización CONOZCAN, CREAN Y QUIERAN generar nuevas ideas y nuevas formas de hacer las cosas. Lee el resto de esta entrada